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La violencia y el irrespeto en los centros educativos de República Dominicana: Un llamado a la acción



Por Raydina Lora

La realidad en muchos centros educativos de la República Dominicana es sombría. La violencia y el irrespeto se han convertido en problemas alarmantes que afectan tanto a estudiantes como a docentes, generando un ambiente poco propicio para el aprendizaje y el desarrollo integral. Con este artículo busco reflexionar sobre las causas de esta situación y la necesidad urgente de encontrar soluciones efectivas.

Uno de los factores que contribuyen a la violencia escolar es el entorno social en que viven muchos estudiantes. La pobreza, la falta de oportunidades y el ambiente familiar disfuncional pueden llevar a los niños, niñas y adolescentes a manifestar su frustración a través de comportamientos agresivos. Además, los problemas sociales más amplios, como la delincuencia y la violencia en las comunidades, suelen trasladarse a las escuelas, convirtiéndolas en escenarios de confrontación.

Por otro lado, el irrespeto hacia la autoridad docente, lejos de ser un fenómeno aislado, se ha institucionalizado en algunos contextos. La falta de formación adecuada para el manejo de conflictos y la escasa valoración del rol del educador han generado un clima de desconfianza y confrontación. Los maestros, en muchos casos, se sienten desprotegidos y desmotivados frente a situaciones de acoso o desobediencia por parte de sus alumnos y familias que hacen vida en los centros educativos de país.

Asimismo, las políticas educativas que no abordan estos problemas de manera integral contribuyen a la perpetuación de la violencia y el irrespeto. Es fundamental que las autoridades educativas implementen programas de prevención que fomenten la convivencia pacífica y el respeto mutuo. Esto incluye la capacitación de los docentes en habilidades socioemocionales y en estrategias de mediación de conflictos, así como la promoción de iniciativas que involucren a padres de familia y a la comunidad en general.

La creación de espacios seguros y de diálogo en las escuelas es vital. Implementar programas de orientación y apoyo psicológico puede ayudar a los estudiantes a canalizar sus emociones y conflictos de una manera constructiva. La música, el arte y el deporte también pueden ser herramientas efectivas para reducir la violencia y promover el respeto, al ofrecer a los niños, niñas y adolescentes alternativas para la expresión de sus emociones.

Si bien es desalentador confrontar esta realidad, el cambio es posible. Las escuelas deben ser refugios de aprendizaje y respeto, no espacios de miedo y agresión. Es necesario que todos los actores involucrados gobierno, escuelas, padres y la comunidad se comprometan a trabajar de la mano para revertir esta situación. La educación es un derecho fundamental y, por ende, debe estar libre de la violencia y el irrespeto.

Trabajemos juntos para que la violencia y el irrespeto en los centros educativos de la República Dominicana acaben, debemos de velar por el bienestar de los docentes y los alumnos de nuestros centros educativos. El Ministerio de Educación (MINERD) debe trabajar para la atención inmediata en los centros educativos públicos del país ya es hora de tomar acción y construir un futuro en el que las escuelas se conviertan en verdaderos lugares de paz, aprendizaje y respeto. Solo así podremos asegurar un desarrollo integral para las futuras generaciones.

La autora es Orientadora y Neuropsicopedagoga